24 de febrero de 2011

Con la frente marchita


Sí, a mi las horas también se me han pasado volando entre humo, risas y besos.
Sí, yo también me muero por volver.
Sí, me paseo por el Rastro algún domingo que otro.
Y sí, viví unos tormentosos años ochenta.
Pero al menos, nunca añoraré lo que jamás sucedió, porque lo he vivido.

Sí, mi patria es la primavera.
Sí, me han olvidado demasiadas veces.
Sí, me sienta bien la boina calada, al estilo del Che.
Y sí, Buenos Aires es como cuentan, como dicen. Incluso mejor.
Yo también derramé mis lágrimas en la Plaza de Mayo y grité ¿dónde estás? a alguien que aún no conocía.

Y de pronto, silbatos de trenes que me recordaron que hay cosas que no puedes dejar escapar.
Y de pronto, sólo importaba una patria y una bandera, y estaban dentro de un corazón y de un alma en donde siempre es febrero. Verano sempiterno en Argentina.
Y de pronto, la éterea Argentina se desdibujaba y me fulminaba. Y un arrebato, comprar unos billetes, cruzar el charco.

¡Ah, Buenos Aires! El Río de la Plata, Recoleta, Retiro, La Boca, San Telmo, Palermo, Belgrano... y tantos lugares más...

Y después, volar, tomar colectivos, horas enteras soñando con Puerto Iguazú y las cataratas, Córdoba y la noche, Mendoza y sus vinos, y el Parque del Aconcagua, San Carlos de Bariloche y probar las frías aguas del Nahuel Huapi, Villa Angostura y sus turistas despistados, El Calafate y El Perito Moreno, Ushuaia con su luz mágica y la Tierra de Fuego, el fin del mundo che, Bahía Blanca con su Universidad. Cruzar Media Pampa en colectivo, tragando polvo, sudor y lágrimas de rabia.

Y muchas más horas imaginando lo que me gustaría conocer: Cuyo y el Valle de la Luna, Jujuy, El Parque Los Menhires y las Ruinas Quilmes, Salta y el Tren de las Nubes, la Quebrada de Humahuaca, San Miguel de Tucumán, las Termas de Ríohondo, Chaco, Río Negro, Chubut, Neuquén, acercarme a El Bolsón, recorrer la Ruta 40 y por qué no, intentar recuperar Las Malvinas, aunque sea en fantasías...
Tanto que visitar, que necesitaría siglos...

Y yo, con mi frente marchita por treinta y dos junios, me muero por volver.